Al llegar a Barajas sobre las 6 de la mañana con mentalidad de un viaje de 21 horas, no sabíamos lo que se nos iba a venir encima. Una vez en el destino nos dimos cuenta de que entre 2 aviones y 1 autobús habíamos sumado un total de 36 horas.
Una vez facturada la maleta y despedidos de nuestros padres nos encontramos 99 alumnos de Retamar por Barajas buscando la puerta S28 para embarcar en nuestro primer avión con destino a Doha. Sobrevolando la toscana y los panteones griegos, escuche la misma pregunta varias veces: «¿Es gratis?». Esto ocurrió cuando las azafatas nos empezaron a ofrecer una comida, bastante buena para la impresión que llevábamos respecto a las comidas en los vuelos.
En nuestra pequeña estancia en Doha, hubo gente que decidió coger un tren futurista, incluso hubo alguno que entró en la mezquita portátil. Otros cogieron la guitarra, al más clásico estilo español.
Cuando volvimos al aire en dirección a Johannesburgo, serían las 8 de la tarde, llego el momento, como digo yo: desubication, porque desde ese momento nuestros relojes biológicos empezaron a fallar. Hollywood, árabe, Bollywood y el Corán, estas cuatro opciones iban a ser nuestra única manera de matar el tiempo durante las próximas 8 horas.
Después de 18 horas con nuestras maletas en la bodega del avión, no logramos hacernos con todas las maletas facturadas. Para pena de todos los presentes el equipaje de uno de nosotros no pudo reencontrarse con su dueño.
Aunque parezca mentira, tras casi 24 horas de vuelo, nos esperaban 9 horas más de autobús. Pero lo que mas nos impactó fue la misa a las 6:15 de la mañana.
No sé si por ley o por vicio los autobuses en Sudáfrica paran cada 35 minutos. Por lo cual las nueve horas iniciales se convirtieron en 12 horas infernales. Donde la gente hacia lo imposible para dormir; en el suelo, en la ventana… Pero eso sí, mereció la pena por las impresionantes vistas de la sabana africana. Aunque allí por Toledo las había parecidas. Fue un poco bajón no encontrarnos la peli de Madasgcar.
En Barkly East nos recibieron unos 5 grados que no esperábamos. La temperatura no, pero las personas nos recibieron con una cálida bienvenida. Bev, Trisa y Montguessi nos ayudarán en todo lo que necesitemos durante nuestra estancia.
Al llegar a Barajas sobre las 6 de la mañana con mentalidad de un viaje de 21 horas, no sabíamos lo que se nos iba a venir encima. Una vez en el destino nos dimos cuenta de que entre 2 aviones y 1 autobús habíamos sumado un total de 36 horas.
Una vez facturada la maleta y despedidos de nuestros padres nos encontramos 99 alumnos de Retamar por Barajas buscando la puerta S28 para embarcar en nuestro primer avión con destino a Doha. Sobrevolando la toscana y los panteones griegos, escuche la misma pregunta varias veces: «¿Es gratis?». Esto ocurrió cuando las azafatas nos empezaron a ofrecer una comida, bastante buena para la impresión que llevábamos respecto a las comidas en los vuelos.
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28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid) España
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