camerun_retamar_2022

Campo de trabajo en Camerún: antiguos alumnos ponen las bases de un nuevo proyecto

  • 31/07/2022

Desde el año próximo, Camerún pasará a formar parte de la lista de países con los que Retamar mantiene una relación de cooperación. Hemos llegado un acuerdo con el colegio Azobe de Yaoundé para colaborar en los próximos años en la puesta en marcha de su nueva sede.

Para sentar las bases de ese nuevo proyecto y para preparar el campo de trabajo que el curso próximo llevará allí a la promoción que empieza ahora 2º de Bachillerato, qué mejor que enviar a nuestros antiguos alumnos. Más de 50 miembros de las promociones 2020 y 2021 han tenido un campo de trabajo allí este verano. Han realizado los primeros trabajos de acondicionamiento del terreno del futuro colegio y también han establecido una buena relación con los habitantes y las autoridades de la zona. De esta forma, además, se incorpora a la tradición de los campos de trabajo de Retamar el campo de trabajo de antiguos alumnos, porque han de ser ellos los que poco a poco tomen sobre sus hombros la organización y gestión de los campos de trabajo de Retamar.

En este enlace hay un completo álbum de fotos del campo de trabajo.

Esta es la crónica final del campo de trabajo que nos han enviado:

Yaoundé, Camerún, 23 de julio de 2022, última noche del primer campo de trabajo de antiguos alumnos en Camerún. Pero nunca se empieza una historia por su final. Te pido que abras los oídos de tu corazón mientras recito estas líneas.

Todo empezó un frío 11 de enero, una descabellada idea nació en alguna cabeza pensante. Era poco más que una semilla, que necesitaba de tiempo, cuidado e ilusión para germinar. Los meses posteriores, coincidiendo con el frío invierno madrileño, congelaron la semilla, sumergiéndonos a todos en la más profunda incertidumbre. Tan espesas eran las dudas que hasta Juan Belart sacó la entrada del ultra.

Con la llegada de la primavera, esta incertidumbre se fue disipando y la semilla amagaba con brotar. Camerún susurraba a Alberto Barrera el plan que tenía para nosotros. Pequeñas píldoras de información y confianza construían la bonita historia que todos queríamos escribir. Fuimos 54 los afortunados dispuestos a vivir y disfrutar esta experiencia única.

3 de julio, Retamar pisa Camerún por primera vez. 4 Toyotas con guardaespaldas recogen a Pepe Parages y Jaime Pascual en el Aeropuerto Internacional de Yaoundé. La incertidumbre pierde el prefijo. La realidad no se asemeja a las píldoras ya mencionadas. Todo era nuevo. Hicieron el máximo esfuerzo para ordenar el caos y preparar la llegada del primer escuadrón capitaneado por Pelayo Trevijano, alias “el mosquito”.

Y por fin llegó el 6 de julio. Llegaste tú. Llegaste tú, acompañado de una maleta llena de ilusión (Iñigo Sánchez-Urbina llevaba la ilusión en el equipaje de mano, don Alex en la sotana). Llegaste tú, sin conocer a la mitad de los que viajaban contigo. Llegaste tú, desconociendo el papel fundamental que estarías apunto de desempeñar. Y llegaste tú, sin pararte a pensar que todo lo bonito tiene un final.

Mañanas de machetazos y tardes de sonrisas han ocupado nuestros días desde que llegamos. Con nuestro trabajo, le íbamos ganando terreno a la selva y sellábamos la huella de Retamar en los corazones de los locales. Eric, Stella, Clement, Gilbert, Loic, Nicola, Kodia Cuervo, Papa Valere, Papa Thomas, Sa Magesté, Abraham y, por supuesto, Francois siempre nos recordarán con un cariño especial.

Qué hemos hecho, ya lo sabes. Qué nos llevamos de aquí, es lo que te quiero explicar. Para que me entiendas te voy a recordar algunos momentos que has vivido. Acuérdate de tu primera picadura de mosquito, de tu primer machetazo, de cómo Álvaro Herrero-Tejedor nos enamoró a todos a base de piedras, de tu primer fascista, de la primera vez que le diste la mano a un niño, de la primera vez que gritaste cuervo e insultaste a un rubio, de tu primer mus ganado, de tu primera sonrisa esbozada. Acuérdate de cuando no te duchaste y te fuiste a la cama oliendo mal, de cuando temías por tu vida con los adelantamientos con la chota al hombro de Clement, de cuando Avena seguía con nosotros, de cuando entramos 23 en una furgoneta de 15, de cuando volaban machetes, de cuando temías encontrarte una serpiente mientras trabajabas, de la Barber shop. Te pido, por favor, que te acuerdes del 1 para 1 sin camiseta entre don Eduardo y Abraham, de cuando descubrimos que Pelayo Trevijano tenía malaria, de cuando Stella llegó puntual al desayuno, de la crónica de José Olivé y las imitaciones de Jaime Valero, del paseo en canoa, del debate causado por nuestro amigo Edmond, de la guerra de tribus y la aparición de Iniesta, del insigne baño 2, de cuando Ceballos se volvió a encarar con un árbol porque tenía las hojas muy verdes, de Emilio Castro cantando mariposas y del baile prohibido de Jaime De Gregorio, del nudo que tenías en la garganta al hacer el pasillo a los caídos.

Pero todo esto pasa a un segundo plano en el momento en el que te das cuenta de qué es lo que realmente te llevas. Date cuenta de que en unas circunstancias extremas, a las que no estás acostumbrado, has aprendido a olvidarte de tu ombligo para ayudar al de tu lado. Esta entrega te ha servido para acercarte más a Dios, te ha hecho crecer como persona y te ha hecho más feliz. Además, con tu esfuerzo y dedicación has escrito la historia de la revolución cultural, social y educacional de África. Has aplicado los principios que te ha inculcado Retamar desde pequeño.

Por último, no podemos obviar cómo nos hemos unido; vinimos siendo conocidos y nos vamos siendo un gran grupo de amigos. Una piña inseparable sin fecha de caducidad.

Esto ya se acaba esto ya se cierra, aquella semilla que nació una fría tarde de enero la has convertido, con tu ilusión, en el árbol más grande de África. Te doy las gracias por hacer de este campo de trabajo el más grande de los que ha conocido Retamar, gracias por sacarle una sonrisa al que menos motivos tiene para sonreír, gracias por tirar del resto cuando más se necesitaba, gracias por desatascar el cuarto de baño cuando nadie quería hacerlo, gracias por estar de buen humor cuando menos te apetecía, gracias por la comprensión que has demostrado ante la adversidad, gracias por tu capacidad de adaptación, gracias por intentar sacar lo mejor de ti y del resto, gracias por haber dado un machetazo más cuando te invadía el agotamiento. En definitiva, muchas gracias. De verdad pienso que sin ti esto no habría sido posible.

Desgraciadamente, mañana nos toca volver a casa. Tus padres te recibirán con los brazos abiertos. Pero no volvemos igual que llegamos porque TU Y YO TENEMOS ALGO EN COMÚN: UNA GRAN HISTORIA QUE CONTAR. CAMERÚN CAMERÚN

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Campo de trabajo en Camerún: antiguos alumnos ponen las bases de un nuevo proyecto

  • 31/07/2022

Desde el año próximo, Camerún pasará a formar parte de la lista de países con los que Retamar mantiene una relación de cooperación. Hemos llegado un acuerdo con el colegio Azobe de Yaoundé para colaborar en los próximos años en la puesta en marcha de su nueva sede.

Para sentar las bases de ese nuevo proyecto y para preparar el campo de trabajo que el curso próximo llevará allí a la promoción que empieza ahora 2º de Bachillerato, qué mejor que enviar a nuestros antiguos alumnos. Más de 50 miembros de las promociones 2020 y 2021 han tenido un campo de trabajo allí este verano. Han realizado los primeros trabajos de acondicionamiento del terreno del futuro colegio y también han establecido una buena relación con los habitantes y las autoridades de la zona. De esta forma, además, se incorpora a la tradición de los campos de trabajo de Retamar el campo de trabajo de antiguos alumnos, porque han de ser ellos los que poco a poco tomen sobre sus hombros la organización y gestión de los campos de trabajo de Retamar.

En este enlace hay un completo álbum de fotos del campo de trabajo.

Esta es la crónica final del campo de trabajo que nos han enviado:

Yaoundé, Camerún, 23 de julio de 2022, última noche del primer campo de trabajo de antiguos alumnos en Camerún. Pero nunca se empieza una historia por su final. Te pido que abras los oídos de tu corazón mientras recito estas líneas.

Todo empezó un frío 11 de enero, una descabellada idea nació en alguna cabeza pensante. Era poco más que una semilla, que necesitaba de tiempo, cuidado e ilusión para germinar. Los meses posteriores, coincidiendo con el frío invierno madrileño, congelaron la semilla, sumergiéndonos a todos en la más profunda incertidumbre. Tan espesas eran las dudas que hasta Juan Belart sacó la entrada del ultra.

Con la llegada de la primavera, esta incertidumbre se fue disipando y la semilla amagaba con brotar. Camerún susurraba a Alberto Barrera el plan que tenía para nosotros. Pequeñas píldoras de información y confianza construían la bonita historia que todos queríamos escribir. Fuimos 54 los afortunados dispuestos a vivir y disfrutar esta experiencia única.

3 de julio, Retamar pisa Camerún por primera vez. 4 Toyotas con guardaespaldas recogen a Pepe Parages y Jaime Pascual en el Aeropuerto Internacional de Yaoundé. La incertidumbre pierde el prefijo. La realidad no se asemeja a las píldoras ya mencionadas. Todo era nuevo. Hicieron el máximo esfuerzo para ordenar el caos y preparar la llegada del primer escuadrón capitaneado por Pelayo Trevijano, alias “el mosquito”.

Y por fin llegó el 6 de julio. Llegaste tú. Llegaste tú, acompañado de una maleta llena de ilusión (Iñigo Sánchez-Urbina llevaba la ilusión en el equipaje de mano, don Alex en la sotana). Llegaste tú, sin conocer a la mitad de los que viajaban contigo. Llegaste tú, desconociendo el papel fundamental que estarías apunto de desempeñar. Y llegaste tú, sin pararte a pensar que todo lo bonito tiene un final.

Mañanas de machetazos y tardes de sonrisas han ocupado nuestros días desde que llegamos. Con nuestro trabajo, le íbamos ganando terreno a la selva y sellábamos la huella de Retamar en los corazones de los locales. Eric, Stella, Clement, Gilbert, Loic, Nicola, Kodia Cuervo, Papa Valere, Papa Thomas, Sa Magesté, Abraham y, por supuesto, Francois siempre nos recordarán con un cariño especial.

Qué hemos hecho, ya lo sabes. Qué nos llevamos de aquí, es lo que te quiero explicar. Para que me entiendas te voy a recordar algunos momentos que has vivido. Acuérdate de tu primera picadura de mosquito, de tu primer machetazo, de cómo Álvaro Herrero-Tejedor nos enamoró a todos a base de piedras, de tu primer fascista, de la primera vez que le diste la mano a un niño, de la primera vez que gritaste cuervo e insultaste a un rubio, de tu primer mus ganado, de tu primera sonrisa esbozada. Acuérdate de cuando no te duchaste y te fuiste a la cama oliendo mal, de cuando temías por tu vida con los adelantamientos con la chota al hombro de Clement, de cuando Avena seguía con nosotros, de cuando entramos 23 en una furgoneta de 15, de cuando volaban machetes, de cuando temías encontrarte una serpiente mientras trabajabas, de la Barber shop. Te pido, por favor, que te acuerdes del 1 para 1 sin camiseta entre don Eduardo y Abraham, de cuando descubrimos que Pelayo Trevijano tenía malaria, de cuando Stella llegó puntual al desayuno, de la crónica de José Olivé y las imitaciones de Jaime Valero, del paseo en canoa, del debate causado por nuestro amigo Edmond, de la guerra de tribus y la aparición de Iniesta, del insigne baño 2, de cuando Ceballos se volvió a encarar con un árbol porque tenía las hojas muy verdes, de Emilio Castro cantando mariposas y del baile prohibido de Jaime De Gregorio, del nudo que tenías en la garganta al hacer el pasillo a los caídos.

Pero todo esto pasa a un segundo plano en el momento en el que te das cuenta de qué es lo que realmente te llevas. Date cuenta de que en unas circunstancias extremas, a las que no estás acostumbrado, has aprendido a olvidarte de tu ombligo para ayudar al de tu lado. Esta entrega te ha servido para acercarte más a Dios, te ha hecho crecer como persona y te ha hecho más feliz. Además, con tu esfuerzo y dedicación has escrito la historia de la revolución cultural, social y educacional de África. Has aplicado los principios que te ha inculcado Retamar desde pequeño.

Por último, no podemos obviar cómo nos hemos unido; vinimos siendo conocidos y nos vamos siendo un gran grupo de amigos. Una piña inseparable sin fecha de caducidad.

Esto ya se acaba esto ya se cierra, aquella semilla que nació una fría tarde de enero la has convertido, con tu ilusión, en el árbol más grande de África. Te doy las gracias por hacer de este campo de trabajo el más grande de los que ha conocido Retamar, gracias por sacarle una sonrisa al que menos motivos tiene para sonreír, gracias por tirar del resto cuando más se necesitaba, gracias por desatascar el cuarto de baño cuando nadie quería hacerlo, gracias por estar de buen humor cuando menos te apetecía, gracias por la comprensión que has demostrado ante la adversidad, gracias por tu capacidad de adaptación, gracias por intentar sacar lo mejor de ti y del resto, gracias por haber dado un machetazo más cuando te invadía el agotamiento. En definitiva, muchas gracias. De verdad pienso que sin ti esto no habría sido posible.

Desgraciadamente, mañana nos toca volver a casa. Tus padres te recibirán con los brazos abiertos. Pero no volvemos igual que llegamos porque TU Y YO TENEMOS ALGO EN COMÚN: UNA GRAN HISTORIA QUE CONTAR. CAMERÚN CAMERÚN