Mi abuela Tere decía que un buen día se empieza desayunando mucho y bien. Hemos instaurado el menú de desayunos: pan con mermelada o pan con Nocilla, y de beber, café con leche o café con poca leche, siempre acompañado de un nutritivo Malarone.

Un día prometedor que seguía con la tradicional misa a la africana –música, señoras bailando y nosotros sin entender nada–. Pudimos seguir la ceremonia formando parte de la procesión del Corpus Christi, y bailar con la comunidad –ellos bailan muy bien, pero La Macarena no la entienden–.

Por la tarde, nos invitaron a jugar un partido en el estadio del pueblo. Al llegar, nos esperaban chavales más cuadrados que un caramelo sugus, pero el trabajo de Joe y Duda ha demostrado que allá por donde Retamar juegue, Retamar gana. 3-2 acabó el partido con goles de Roberto Molero, Gonzalo Iniesta y Enrique Robles, que durante unos instantes recordó a Zidane en su Prime. Álvaro Osorio controlaba la banda como Vinicius Junior, y Juan del Castillo pudo aprender el laxo arbitraje camerunés.

Aquella primera ducha la recordaremos todos, top-5 de nuestras vidas, top-1 en Camerun: era con cubos y vasos racionalizados, pero mereció la pena.