¿Como se describe un reencuentro? Esa sensación de completar un puzzle a la primera, esa alegría de ver a aquellos a quienes vimos hace 3 días sufriendo la EvAU pero ya echábamos en falta, esa emoción que sintieron los soldados de Rohan al 5° alba y ver al Oeste a los Rohirrim y a Gandalf. Ya estamos todos. El día ha comenzado con la llagada del segundo grupo.

Ahora, con todos, la velocidad y la eficiencia predominan, el trabajo sale adelante y funciona, no como la bomba de agua, que está siendo nuestra batalla en estos primeros días.

Hemos dividido los trabajos y un grupo de valientes ha acabado la cocina donde seguiremos las órdenes de Juan Urquijo y sus maravillosos pinches, que se han hecho con los mandos de la alimentación del campo de trabajo, algo que todos hemos celebrado.

Hemos ido a lo que será el colegio en un futuro, al epicentro de este campo de trabajo, y aunque está un poquito más lejos de lo que nos habían anticipado, nuestra pequeña peregrinación al más puro estilo Historias de Canterbury. Aquí, las plantas se duermen, las carreteras de tierra no acaban, y el cansancio hay que aceptarlo, van a ser muchos kilómetros.

El trabajo acaba de empezar pero hemos aprendido a no pasar lanzando los ladrillos, a que la selva es muy densa y hay que cortarla, moverla a otro lado, y luego a otro, y luego más lejos.

Otra batalla es la del grupo de aguadores. Mientras no funciona nuestra bomba, hay que ir al pozo del pueblo y acarrear los litros necesarios para el aseo personal y para la limpieza de la cocina. El agua potable es solo la embotellada y se ha establecido un sistema de compra –casi 400 litros diarios– que empieza a funcionar.

En la tertulia de la noche se ha dado por primera vez el «Premio Turista» del día: ha recaido hoy en Javier Ferrero. Él ha puesto cara de extrañeza; los demás, no.

Otra buena noticia para acabar el día: ¡Roberto Molero ha recuperado su maleta perdida en los aeropuertos africanos!