Qué ilusionante es cuando todos tienen algo que hacer y lo saben, a pesar de que quí algunos han asumido hoy el encargo de descanso eterno: en montículos de grava, ladrillos, debajo de un árbol, o en carretillas.

Amanecimos con tostadas, café y malarone. Qué buenas estaban esas tostadas que Gonzalo Iniesta ha clasificado de sabor “churros”. Luego cogimos las pickups y fuimos al trabajo. Permitidme aprovechar este pequeño espacio para que os cuente cómo es la última cuesta antes de llegar; es una rampa vertical con más boquetes que en un campo de minas, más pendiente que un tobogán del ToysRUs, y más resbaladiza que una pista de esquí. Que se lo digan a Milo, que ayer deslizó 30 metros colina abajo –sin daños–: mejor tiempo que cualquiera en el primer sector.

Hemos completado el trabajo de alisar el espacio para los ladrillos, y ya está puesto el tejado de nuestro cobertizo/guarida. De comer hubo perritos calientes.

Algunos hemos llenado y alisado el suelo. José Pablo parece que se ha aplicado a su competición propia de weight lifting: si no ha cargado de 70kg, no ha cargado de nada. Otros, a ritmo de la música, pisotearon, modo-baile activado, el suelo para el cobertizo.

En casa, nos espera una bomba de agua. Por fin operativa, como la freshway, siempre operativa. Además de una cena deliciosa.

Dejad que os deje ahora, tenemos otro cumpleaños aquí, Alfonso Aragón cumple 18 y hay que celebrarlo bien.

Han aparecido los primeros problemas estomacales. Gracias a Dios, casi todos están recuperados.