Ambiente navideño. Decorar la casa con motivos navideños. Se pueden recortar papeles de colores con motivos navideños –estrella de Navidad, ángeles con trompetas, coronas de los tres reyes magos, etc.– y pegarlos en las ventanas o puertas; poner cintas con las felicitaciones de Navidad grapadas; etc.
"Belén" o "Pesebre" de Navidad. Se pueden poner uno o varios pesebres en casa (los pequeños pueden fabricar el suyo con figuras de papel coloreadas o de plastilina o barro). El pesebre familiar se puede instalar en la sala de estar o en un lugar principal de la casa. El Belén se puede bendecir (lo puede hacer un sacerdote o algún miembro de la familia). En este enlace está el texto de la bendición.
Hacer la oración contemplando el Belén. ‘Hablar’ con Jesús, la Virgen y San José; pensar qué regalo llevaría a Jesús si fuera un pastorcillo, un rey mago, un ángel o la estrella; aprender de la humildad y pobreza de Jesús; decir cosas bonitas con el corazón a Jesús, la Virgen y San José. Ofrecemos aquí algunos textos de San Josemaría para rezar ante el Belén.
Leer juntos, ante el pesebre, los Evangelios sobre la Navidad: edicto de César, viaje a Belén, Nacimiento, huida a Egipto, etc. También se puede narrar como una historia familiar.
Hacer "regalos" a Jesús. Portarse bien, obedecer a la primera, cumplir los encargos, etc.
Aprovechar la decoración navideña de las calles. Las luces, adornos y música son un eco de la alegría de los pastores ante el anuncio del ángel ("os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo", Lucas 2, 10).
Estamos contentos porque ha nacido Jesús: "Hoy os ha nacido un Salvador, que es el Cristo Señor" (Lucas. 2, 11). Dios está más cerca que nunca. Nos acercamos a Él sin miedo. El Niño Dios despierta afecto y amor. La alegría no depende de los regalos ni de las cosas materiales.
En Navidad la gente quiere ser buena y llevarse mejor. No es sólo un sentimiento emotivo o filantrópico. Dios ha bajado a la tierra, como recordamos cada Navidad, y se nota. Desear gracias para toda la humanidad. Despierta deseos de mejora y de bondad.
Cantar villancicos en familia. Las letras tradicionales ayudan a entender la Navidad y estimar al Niño Dios. Si se tienen cancioneros y se cantan con frecuencia se aprenden de memoria. La piedad también se muestra cantando, especialmente en estas fechas. En este enlace hay una buena colección de villancicos.
Comida especial el día de Navidad. Manifiesta la alegría que todos sentimos, reunidos con la familia al completo, en un día tan importante.
Reproducir en casa el ambiente de la Sagrada Familia de Nazaret. Alegría, sencillez, espíritu de servicio, mucho afecto, etc.
Obras de servicio a los demás. El amor de Dios nos lleva a estimar a los demás y a visitar enfermos, familiares que viven solos, personas mayores... En Navidad lo pasaremos bien si intentamos hacer felices a los demás. Hacer algún plan solidario padres e hijos: dar café caliente y mantas a alguien en la calle, visita a personas mayores o sin recursos o que viven solas o en una residencia…
Vida familiar más intensa. El primer regalo que Dios nos da es la familia. Valorarla y cuidarla: puntualidad a las reuniones familiares, crear un ambiente agradable, etc.
Ver en familia alguna película. Algunas transmiten valores positivos relacionados con la Navidad.
Visitar belenes o representaciones de pesebres vivientes. Las tradicionales y populares facilitan la piedad de pequeños y mayores.
Carta a los Reyes Magos. Para fomentar la generosidad de los hijos conviene que pidan también cosas para sus hermanos, y para toda la humanidad (por la paz del mundo, los enfermos, los pobres, etc.); y que den algún juguete para los niños pobres que no pueden comprarlos.
La carta al paje y ver la cabalgata. La infancia es un tiempo feliz y algo mágico, aunque evitando gastos desproporcionados. Cuando los niños crecen conocen "quiénes son los reyes", pero viven cada Navidad con la misma ilusión, porque lo más importante no ha cambiado: celebramos, con alegría, el nacimiento del Niño Dios.
Ir a misa en familia. A Jesús lo encontramos en la Eucaristía. En Navidad, las iglesias ponen una imagen del Niño Dios para venerarla. Recuerda los días de precepto, además del domingo: Inmaculada (8 de diciembre ), Navidad (25 de diciembre), Virgen Madre de Dios (1 de enero) y Reyes (6 de enero).
Decorar la casa con motivos navideños. Se pueden recortar papeles de colores con motivos navideños –estrella de Navidad, ángeles con trompetas, coronas de los tres reyes magos, etc.– y pegarlos en las ventanas o puertas; poner cintas con las felicitaciones de Navidad grapadas; etc.
Se pueden poner uno o varios pesebres en casa (los pequeños pueden fabricar el suyo con figuras de papel coloreadas o de plastilina o barro). El pesebre familiar se puede instalar en la sala de estar o en un lugar principal de la casa. El Belén se puede bendecir (lo puede hacer un sacerdote o algún miembro de la familia). En este enlace está el texto de la bendición.
‘Hablar’ con Jesús, la Virgen y San José; pensar qué regalo llevaría a Jesús si fuera un pastorcillo, un rey mago, un ángel o la estrella; aprender de la humildad y pobreza de Jesús; decir cosas bonitas con el corazón a Jesús, la Virgen y San José. Ofrecemos aquí algunos textos de San Josemaría para rezar ante el Belén.
Edicto de César, viaje a Belén, Nacimiento, huida a Egipto, etc. También se puede narrar como una historia familiar.
Portarse bien, obedecer a la primera, cumplir los encargos, etc.
Las luces, adornos y música son un eco de la alegría de los pastores ante el anuncio del ángel ("os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo", Lucas 2, 10).
"Hoy os ha nacido un Salvador, que es el Cristo Señor" (Lucas. 2, 11). Dios está más cerca que nunca. Nos acercamos a Él sin miedo. El Niño Dios despierta afecto y amor. La alegría no depende de los regalos ni de las cosas materiales.
No es sólo un sentimiento emotivo o filantrópico. Dios ha bajado a la tierra, como recordamos cada Navidad, y se nota. Desear gracias para toda la humanidad. Despierta deseos de mejora y de bondad.
Las letras tradicionales ayudan a entender la Navidad y estimar al Niño Dios. Si se tienen cancioneros y se cantan con frecuencia se aprenden de memoria. La piedad también se muestra cantando, especialmente en estas fechas. En este enlace hay una buena colección de villancicos.
Manifiesta la alegría que todos sentimos, reunidos con la familia al completo, en un día tan importante.
Alegría, sencillez, espíritu de servicio, mucho afecto, etc.
El amor de Dios nos lleva a estimar a los demás y a visitar enfermos, familiares que viven solos, personas mayores... En Navidad lo pasaremos bien si intentamos hacer felices a los demás. Hacer algún plan solidario padres e hijos: dar café caliente y mantas a alguien en la calle, visita a personas mayores o sin recursos o que viven solas o en una residencia…
El primer regalo que Dios nos da es la familia. Valorarla y cuidarla: puntualidad a las reuniones familiares, crear un ambiente agradable, etc.
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Para fomentar la generosidad de los hijos conviene que pidan también cosas para sus hermanos, y para toda la humanidad (por la paz del mundo, los enfermos, los pobres, etc.); y que den algún juguete para los niños pobres que no pueden comprarlos.
La infancia es un tiempo feliz y algo mágico, aunque evitando gastos desproporcionados. Cuando los niños crecen conocen "quiénes son los reyes", pero viven cada Navidad con la misma ilusión, porque lo más importante no ha cambiado: celebramos, con alegría, el nacimiento del Niño Dios.
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