D. Miguel ha celebrado su última misa con nosotros antes de volver a Madrid.

El trabajo pues como todos los días: piques con las carretillas, y avance en todos los frentes. Por suerte la comida vino justo antes de desfallecer y hemos podido retomar el ánimo. Además de lo bueno que estaban estos pseudoperritos reconvertidos en bocatas.

Por la tarde se ha realizado la expedición de la piedra angular, como la del Dorado pero con relec. Por fin, después de muchas plantas, muchos bichos y muchas espinas, se divisó el destino, un cuerpo rocoso sin ningún tipo de valor que había decidido jugar al escondite. Por tal hazaña, Lord Muñoz nombró a Álvaro de Cárdenas noble caballero de la piedra esgrimiendo su potestad de lord.

Detrás de esta ceremonia se escuchaban sollozos, porque los suecos han hecho mal las mezclas de cemento y a Milo casi le da un jari. Para colmo, no ha venido Onana, pero todo bien.