Hoy ha sido nuestro cuarto día de trabajo. Nos hemos levantado como siempre a las 7 15 aunque a más de uno se le han pegado las sábanas, hemos desayunado y tras la Santa Misa un grupo de 50 cogieron sus maletas y realizaron la mudanza a su nuevo cuartel, comandado por un coronel del ejército camerunés, dispuesto a cedernos su hogar.
Mientras tanto el resto nos dispusimos a afrontar lo que sería un intenso y duro día de trabajo ,marcado por la excavación de grandes trincheras que aunque lo hubiesen repetido tantas veces, no conseguíamos hacernos con las medidas . A pesar de todo y con mucho sudor hemos conseguido dejarlas medio terminadas. Esperábamos con ansia la comida hasta que ha aparecido don Alberto y las máquinas rápidamente han vuelto a funcionar. La comida nos sorprendió con un bocata de bacon y queso rallado. Por la tarde unos cuantos nos hemos dispuesto a lo que parecía ser una tarde normal cuidando los niños y visitando a las familias pero para nada había sido así. Primero visitamos a la familia de Michelle ese niño que con tanta ilusión nos recibe en misa cada mañana, más tarde jugamos un partido de fútbol entre la selección española y la camerunesa que terminaría con un 1-1. Nos quedamos con una frase que llevaba el estampado de la sudadera de un niño que decía : «la felicidad, me queda muy bien» y esta era la que explicaba su rostro al entregarle unas galletas y un chupachups, todo esto, animado por un obrero camerunés recreando a Mikel Jackson que bailaba al ritmo de la jerusalema.
Hoy ha sido nuestro cuarto día de trabajo. Nos hemos levantado como siempre a las 7 15 aunque a más de uno se le han pegado las sábanas, hemos desayunado y tras la Santa Misa un grupo de 50 cogieron sus maletas y realizaron la mudanza a su nuevo cuartel, comandado por un coronel del ejército camerunés, dispuesto a cedernos su hogar.
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