camerun_retamar_10

Última crónica desde Camerún. Adiós, y gracias por todo

  • 04/07/2023

Adiós, y gracias por todo. El día de hoy es extraño: no solo se acaba nuestro campo de trabajo, sino que, como en las buenas novelas de ficción, llegamos al último capítulo.

A veces me gustaría que esto fuera como en esas películas americanas de instituto donde, cuando acaba la película, aparecen las fotos de los protagonistas y qué fue de sus vidas. Escribiendo esto pienso en las 90 personas con las que he compartido estos 19 días, con las que he podido hablar, contar historias y reír -también enfadarme, pelearme y discutir- pero cuando mire atrás, estas últimas quedarán olvidadas.

Adiós, y gracias por todo, Camerún. De ti aprendí que se puede prescindir del agua corriente, hasta tal punto de alegrarme los días al ver a Don Richard y la pickup llena de agua. De ti descubrí que no importa cuántas veces se tomen las medidas, siempre se puede abrir una nueva zanja. De ti valoré que se puede ser feliz con un paisaje, una pala o unos niños que con mucho menos, sonríen más y corren al encuentro ya que un saludo o un buenos días no cuesta nada y les significa más de lo que pensamos. De ti concluí, que cualquier dilema hay que afrontarlo con motivación, trabajo duro y con los pies en la tierra.

Adiós, gracias por todo, compañeros. Todos habéis sido protagonistas de esta historia que pocos pensaban que acabaría en un lugar tan remoto como Bikok. 12 años juntos, 12 de compañerismo, 12 años de historia. Un último curso apasionante, dos campos de trabajo, tres bancos de alimentos, cuatros meses de confinamiento, cinco y cinco para salir de clase, seis años -a cubrirse ya, firmes ya-, siete vueltas a la pista de atletismo, ocho asignaturas, nueve meses de colegio, diez centímetros de nieve, once corbatas de rayas, y doce cursos que han unido a desconocidos en buenos amigos.

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Última crónica desde Camerún. Adiós, y gracias por todo

  • 04/07/2023

Adiós, y gracias por todo. El día de hoy es extraño: no solo se acaba nuestro campo de trabajo, sino que, como en las buenas novelas de ficción, llegamos al último capítulo.

A veces me gustaría que esto fuera como en esas películas americanas de instituto donde, cuando acaba la película, aparecen las fotos de los protagonistas y qué fue de sus vidas. Escribiendo esto pienso en las 90 personas con las que he compartido estos 19 días, con las que he podido hablar, contar historias y reír -también enfadarme, pelearme y discutir- pero cuando mire atrás, estas últimas quedarán olvidadas.

Adiós, y gracias por todo, Camerún. De ti aprendí que se puede prescindir del agua corriente, hasta tal punto de alegrarme los días al ver a Don Richard y la pickup llena de agua. De ti descubrí que no importa cuántas veces se tomen las medidas, siempre se puede abrir una nueva zanja. De ti valoré que se puede ser feliz con un paisaje, una pala o unos niños que con mucho menos, sonríen más y corren al encuentro ya que un saludo o un buenos días no cuesta nada y les significa más de lo que pensamos. De ti concluí, que cualquier dilema hay que afrontarlo con motivación, trabajo duro y con los pies en la tierra.

Adiós, gracias por todo, compañeros. Todos habéis sido protagonistas de esta historia que pocos pensaban que acabaría en un lugar tan remoto como Bikok. 12 años juntos, 12 de compañerismo, 12 años de historia. Un último curso apasionante, dos campos de trabajo, tres bancos de alimentos, cuatros meses de confinamiento, cinco y cinco para salir de clase, seis años -a cubrirse ya, firmes ya-, siete vueltas a la pista de atletismo, ocho asignaturas, nueve meses de colegio, diez centímetros de nieve, once corbatas de rayas, y doce cursos que han unido a desconocidos en buenos amigos.